martes, 26 de julio de 2011

EL PAÍS DE LOS PAPICHULOS


Hoy he ido a San Juan de Aznalfarache a renovar el Pasaporte de Sofía.  Sin duda ha sido una experiencia "extrasensorial". Para el viaje que voy a hacer a Centroeuropa no es un trámite necesario, pero conozco bien a la policía suiza y me fastidia hacer de traductora al francés del Libro de Familia español.

Podía haber ido a Sevilla capital, pero San Juan es un pueblo cercano en coche por estar en la zona del Aljarafe y deduje que estaría menos masificado ( los que me conocéis sabéis que tengo fobia a estar en sitios con mucha  gente, playas domingueras, paseos marítimos que parecen ferias...etc ).

Llevaba años sin ir y me he llevado una sorpresa..... Para empezar aquello no parece un pueblecito andaluz sino el extrarradio marginal de una gran ciudad, con altos edificios decadentes de "ladrillo visto" llenos de calzoncillos, tangas, camisetas, ropa de cama, toda multicolor tendida y bombonas de butano en los balcones (¡peligroso!).  

Mi cara de asombro debía ser un poema pues Sofía preguntó -"Mamá ¿qué te pasa? ¿dónde está la bruja?"-.

Al llegar a la Comisaría, un policía con aire arrogante, que leía sentado el periódico MARCA, me preguntó si tenía cita previa y contesté que sí. "¡A la cola señorita!". Al poco, cuando me senté frente a la funcionaria. ocurrió un fenómeno que nos dejó a todos los presentes aturdidos. Un móvil comenzó a sonar sin parar....





Soy una gran partidaria de la multiculturalidad, de hecho,  siempre me he sentido sedienta de experimentar todas las manifestaciones artísticas del mundo ( musicales, artesanas, gastronómicas..) pero aquello era demasiado, el usuario del móvil parecía sentir un placer orgásmico por torturarnos con la canción entera y, por un momento, me transportó a una de las escenas más surrealistas que he vivido en mi vida.

Los nervios se estaban apoderando de mí, ya había vaciado mi bolso sobre la mesa de la funcionaria mientras Sofía aplaudía divertida cogiendo mi espejo de maquillaje -"Pues ahora no encuentro dónde he puesto las dos fotos de la niña, me temo que voy a tener que hacerles unas nuevas"-. La funcionaria, con la cara desencajada por el hilo musical atronador tuvo que elevar la voz. -"No hay problema, puede volver luego, siga la avenida hasta el final y a la derecha en una placita hay un estudio de fotos" -.

Te gusta el mmm,
Te traigo el mmm,
Y Lorna a ti te encanta el mmm,
Qué rico el mmm,
Sabroso el mmm 
Y a ti te va a encantar

El Policía chulito, hundía cabizbajo su cabeza en el periódico como diciendo "No pienso pringarme en esta situación tan patéticaaaaaa".

No doy ningún valor al aspecto exterior de las personas, pero no pude evitar mirar en dirección de aquel desatino musical para quedarme boquiabierta ante la falta de buen gusto y decencia.  El grupo de jóvenes parecía recién sacado del videoclip de la canción o de una discoteca hortera de Panamá. Las mujeres llevaran microfaldas mostrando bragas y muslamen escoltadas por "papichulos" musculosillos con calzoncillos asomando por doquier. 

Caminando hacia la placita se extendían los cutrebares de la zona, que olían a fritanga y bayetas manoseadas con jubilados que tomaban el café junto a los que podían pasar por figurantes del mercado de abastos de Guayaquil..

Y entonces todo ocurrió, a la salida del estudio de fotos reparé que nos aguardaba una banda sonora alucinante. Decenas de coches tuneados aparcados sonaban con distinta música, pero con un ritmo común machacante y alienador : PÚN, PURUMPUMPÚN, PURUMPUMPÚN, PURUMPUMPÚN, PURUMPUMPÚN, ¡PÚN, PÚN, PÚN, PÚN! ( y vuelta a empezar). A partir de ahí, la diversidad de la letra de lo que ellos llaman "Reggaeton" variaba, "Dame más gasolina" "Soy tu gatita" "Perrea, perrea". ¡¡¡¡Esto ya era demasiado!!!!

Aclaro de antemano que no sufro ningún tipo de trastorno esquizoide, pero juro que fue entonces cuando me pareció ver salir de los portales, cual zombies, a cientos de tías con melenas larguísimas, uñas largas, tacones de plataforma, tangas al descubierto meneando sus caderas en mitad de la plaza mientras que tíos tipo Pitbull las agarraban lascivos de las cinturas al ritmo de movimientos pélvicos. Los jubilados abrían la boca de gusto y sus señoras indignadas se santiguaban.

"Si es verdad que tú eres guapa,
yo te voy a poner a gozar
tú tienes la boca grande
dale ponte a jugar"........

 -"Mamá, ¡¡¡¡mamáaaaaaaaaaa!!!!, ¡ahora sí que has visto a la bruja!"-





lunes, 25 de julio de 2011

El eco de Tannhäuser (Parte IV)



(Nota de la autora: recomiendo dar al Play del vídeo mientras se lee el relato).

Resumen de capítulos anteriores
(Elena ha estado investigando algo de gran interés. Repentinamente parece que ha fallecido en un incendio, pero viaja en un tren buscando a su confidente y a la persona que llenó su corazón durante un tiempo, un misterioso personaje llamado "Pellegrino". El tren es detenido y secuestrado en Perpignan por un grupo de terroristas que portan máscaras extrañas. Elena agotada, duerme en el suelo del andén mientras otros viajeros como ella esperan. Cuando despierta se da cuenta que lo que ella creía que era un sueño de fuegos artificiales fueron disparos, todo el mundo había muerto en la Estación. Mientras tanto, en España, la policía forense descubre que Elena no está entre los cadáveres del incendio. Mientras, en su huída por las calles de Perpignan descubre que ha habido una gran Huelga General y un plan entre dos grupos enfrentados Anónimos y Ocultos para hacerse con el poder en Francia. Decide seguir el curso de su viaje en busca de Pellegrino pero uno de los enmascarados se interpone en su camino y abusa de ella. )


RELATOS

CAPÍTULO IV

Parte de atrás de una lámina de John Williams Waterhouse.The Lady of Shalott. Lápiz negro Staedtler encontrado en el salón del edificio destartalado donde nos escondíamos.


"Pobre de mí.  Deseo abrazar la muerte ahora que nunca más volveré a ver tu rostro. Sólo con imaginar que no contemplaré más tus bellísimos ojos ni tus labios tornan mis suspiros en agónicos lamentos. Te amo, te amo, ¡vuelve!. Mi corazón está rodeado de una mano negra que lo aprieta y lo desangra cada vez que pienso en ti.  Me muero amor mío. ¿Por qué me ignoraste? ¿Por qué no volviste?. ¿Porqué encendiste mi llama si no me amabas? ¿Si nunca vendrías a rescatarme?.
No te darás cuenta, no echarás de menos mi ausencia...Siento el suave sonido de mi barca a través de las aguas tranquilas en una tarde que va sucumbiendo, es un viaje sin retorno, velas hermosas que se apagan a mi paso, este es mi último viaje.  Te marchaste, Lancelot, sin saber el daño eterno que me habías ocasionado."

No sé bien porqué escribí esto.  ¿Tendencia al suicidio? Supongo que era causado por el shock postraumático.  Me habían violado y yo había pensado en ti y en la escena de amor de Blade Runner. Seguramente cualquier psicólogo diría que no era una reacción normal, probablemente las consecuencias del inmenso dolor que me habían infringido llegarían mucho más tarde.


No era el momento de pensar en eso. Mi verdugo me había traído agua en una botella abierta y un trozo de pizza fría. Y yo lo odiaba a muerte al tiempo que empezaba a sentir cierto síndrome de Estocolmo. Era el momento de hablar.  Lección número 1 de las clases de Criminología "Intentar provocar empatía en tu verdugo". Maldije lo vaga que fui: mi francés, antaño impecable y perfecto, estaba oxidado, siempre que había tenido oportunidad de hablar la lengua de Verne echaba mano del inglés por pura costumbre.
 Le indiqué que se aproximara... Cuando volví a sentir de cerca su aliento experimenté un asco y un rechazo infinito: deseé gritar y salir corriendo. Tuve miedo. Sus ojos estaban encendidos. Pero prevaleció mi parte cerebral.

"J'ai raté mon train pour Milan". Inicié, y tratando de no olvidar la regla de no traducir sino hablar el idioma directamente desde mi psique, fui explicando a aquel bastardo mi odisea. Las lágrimas brotaban, no podía evitarlo, le supliqué  ayuda y misericordia, le conté que no pertenecía a ningún grupo subversivo y que sólo deseaba marchar a Italia donde se encontraba la persona que anhelaba conocer. Por primera vez mencioné que estaba enamorada de ti.

El hombre sintió pena. Lo noté. Desde entonces nunca volvió a mirarme a la cara. Me contó que era miembro de la Policía Militar de los Ocultos y que habían tomado la ciudad. La Huelga General había surgido después de días de desabastecimiento de supermercados, farmacias y almacenes. El dinero se había acabado días antes. Se habían quedado sin agua de suministro municipal, fallaban los transformadores eléctricos y por eso habían tenido que actuar violentamente. Me quedé sorprendida, no había escuchado nada en las noticias. Miraba al vacío continuamente con desconfianza, sacó una pistola y apuntó a la ventana. Tras los saqueos a tiendas de barrio, prosiguió, concentraron a la población en estadios y lugares abiertos y saquearon viviendas en busca de víveres. Eso había ocurrido en toda Francia, fue el pistoletazo de salida y en España, el resto de Europa ya estaba pasando lo mismo. El hombre miró hacia mi lado y dijo señalando con la pistola "¡En Italia claro que también, pero allí son los Anónimos!". ( Fue entonces cuando recordé que tenía un hijo de dos años y un sentimiento helado de culpabilidad recorrió mis venas). La gente estaba desesperada: comía lo que podía: ratas, palomas, gatos, perros, plantas... La ciudad se había vuelto imposible.

"¿Sabe qué comerá la gente cuando acaben con esos animales? Me preguntó mirando mis zapatos. "¡Dios mío, esto va más rápido de lo normal! ¡Necesito un teléfono!¡Tengo un hijo de dos años!" El hombre bajó la cabeza y en aquel instante me quedé horrorizada. ¡No recordaba ningún número!. No podía saber nada de él. "¿Tienen acceso a internet"  El hombre meneó la cabeza y susurró "Cibiste"...¿Radioaficionado....?.

"Si quiere llegar a Milán, hágalo antes de que las cosas se pongan peor. ¡Vámonos, conozco alguien que le puede ayudar!." Sorprendentemente parecía haberme tomado cierto respeto, algo proporcional al escaso grado de  simpatía que yo iba sintiendo hacia él. Algo extraño sucedía. Pareció detenerse en la puerta y volví a sentir miedo. "Oiga, en la guerra no hay reglas, a veces....cometemos actos animales". Antes de salir del edificio señaló la lámina de Waterhouse que yo guardaba en el bolso. "¿La conoce? ¿Sabe el nombre de la Dama?" Lady Shalott se llamaba ELENA. Murió por no poder alcanzar a su caballero. Usted probablemente morirá buscando el suyo. ¿Elena?¡¡¡Es mi nombre!!! Algo extraño volvió a revolverse dentro de mí. "Soy Didier, era profesor de Arte".


Seguí sus pasos muerta de miedo en mitad de la noche. La ciudad estaba desierta, no había luces y de lejos se oían disparos y lamentos humanos. Tuve que darle la mano para no tropezar y sentí ganas de vomitar, pero no me quedaba otra opción. "Cuando lleguemos al sitio usted no hablará, yo diré que es enfermera y usted actuará como si lo fuera, no lo olvide".

Fue una estupidez, pero recordé la Película de "El Paciente Inglés", y me imaginé que yo te cuidaba, mientras yacías enfermo, que yo podría curar tus heridas. Que yo te escuchaba sin electricidad, sin pantallas de ordenador por medio, en directo. Y tuve un mal presagio... ¡¡Pellegrino!!