domingo, 19 de junio de 2011

El eco de Tannhäuser (Parte II)





CONTINUACIÓN DEL CAPÍTULO I por Tatun Varo.

Diario de anillas negras. Bolígrafo Pilot frixion ball.

Extracto del mensaje de 30 de noviembre de 2010
-(...)
-¿Cuál es tu verdadera identidad? ¿Pellegrino verdad?
-¿Importa eso ahora mucho Elena?
-No, supongo que no, pero, ¿sabes? Lo necesito..¡Has cambiado toda mi vida, hemos compartido mucho!...Me lo debes, algún día nosotros....  
-Ya, bueno, fue algo imprevisto. Céntrate y valora la información que te estoy dando.
-Sí. ¿Y cómo sabes si yo puedo hacer algo respecto a esto?
-¿Puedes evitar lo inevitable?
-No, claro que no. No lo sé... ¿Porqué mezclaste la poesía con esto? Eso me ha complicado bastante ¿Tenía algo que ver?
-¿De qué crees que está hecha la vida Elena? ¿Piensas que sólo de datos y sucesos puros? Tenemos alma..
- No sigas por favor. ¿Cuándo se supone que estallará todo lo que me estás contando?.
-Es imposible saber la fecha exacta, los movimientos son imprevisibles, manejamos tiempos aproximados, probablemente en mi país antes de Navidad..
- ¡Entonces! ¿Ya?
-No, del año que viene.
-Nos queda tiempo.
-No, pequeña, desgraciadamente apenas hay tiempo, ojalá nos hubiéramos conocido antes, pero es demasiado tarde.
-Sólo tengo ganas de decirte...
-No, no digas nada. Es tarde, descansa pequeña. Buona notte. Ich werde dich vermissen.
- :(

Nota 4: Faltan hojas que fueron arrancadas del cuaderno de anillas negras de Elena. Llama la atención que estas supuestas conversaciones por internet fueran manuscritas por ella misma y que, para mayor comodidad, no las imprimiera directamente. La policía informática rastrea aún el disco duro de Elena en busca de pistas sobre este asunto.     


 Servilleta de la cafetería de la estación. Bolígrafo negro prestado.

El vaivén suave del tren causaba en mí el efecto de una cuna protectora, una sensación cercana a la del vientre materno, consuelo insólito en aquellos instantes. Desorientada yo, vagaba sin cesar por los pasillos de aquel Tren-hotel ¿ cuánta tristeza cabe en el alma? el presagio de que no compartías mi huida se llamaba insomnio.


Eran las nueve y media de la noche, un frío mudo y umbrío penetró violentamente por las puertas automáticas del tren antes de que éstas se cerraran de golpe. El cartel de la Estación de Figueres desapareció ante mis ojos..Próxima parada: Francia, pensé, y un ligero alivio acarició mi garganta.


CAPÍTULO II

 Servilleta de la cafetería de la estación. Bolígrafo negro prestado.

Apenas había pasado poco más de una hora cuando el tren paró bruscamente. El silencio sólo duró unos instantes. En la lejanía se oían los ladridos de perros desbocados y altavoces confundidos vociferando en francés.

Una voz femenina, que parecía estar dando órdenes, completaba la orquesta de clamores.  En el interior del tren todo el mundo había salido de las cabinas y copaba las ventanillas de los pasillos: a pocos metros de nosotros, parecía dibujarse el contorno de la Gare TGV de Perpignan, pero ésta estaba casi sin luz. Los megáfonos de la estación parecían haberse vuelto locos y repetían insistentemente la misma frase. La oscilación de varios fuegos inundaban las vías. Un grupo de hombres, vestidos de azul y ataviados con linternas, se dirigían a paso rápido hacia nosotros.. Fue entonces cuando el caos se apoderó del interior:  sentí cómo el verdugo del miedo y la prisa se extendía sin pausa entre los viajeros.  Todos intentaban recoger lo más rápido sus maletas. En las cabinas, familias enteras arrojaban los pijamas al suelo mientras se vestían apresuradamente. Las desbordadas azafatas corrían despavoridas por los pasillos y aun así, me dejaban el suave olor de sus perfumes. Fue entonces cuando me di cuenta de que mi único equipaje era el bolso de "ella".  Aquella mujer que me dijo "Niña, llora ahora". Mi destino caótico se había mezclado para siempre con el suyo. Descanse en paz.

Efectivamente, los "hombres de azul" dejaron claro que nadie debía permanecer en el tren. Portaban máscaras grotescas que emulaban una extravagante mueca de tristeza y llanto. Era la antítesis total de aquel antifaz que apareció en la mítica película de "V" de Vendetta.

Y en aquel instante reparé que el primer aviso de Pellegrino estaba a punto de cumplirse.

Apenas había luz, improvisadas trincheras desviaban nuestro paso mientras atravesábamos las vías con mucha dificultad, de vez en cuando tropezábamos irremediablemente. Los niños lloraban con el lamento sordo de haber sido despertados en la mitad de su sueño.  Y todo el mundo comentaba lo sucedido con teorías contradictorias. Los "hombres de azul", que nos hacían señales con la linterna, increpaban nuestra torpeza con bramidos:  "Allez, allez!!!!!!!!".  Algunos viajeros se encararon con ellos y fue cuando sentí un pinchazo fuerte en mi interior. Uno de los enmascarados sacó una pistola y apuntó al grupo. Nos amenazaron.

Nos concentraron en un andén inhóspito junto a cientos de pasajeros procedentes de otros trenes. Alguien había logrado por fin desconectar los repetitivos megáfonos. Abrumados y fatigados, observamos en silencio cómo una mujer menuda, con máscara e uniforme azul,  iba subida a hombros de uno de los amenazadores. Fue entonces cuando se nos aproximó, y, señalándonos enérgicamente, clamó en castellano:  

"Están en territorio francés bajo alerta máxima. Quedan obligados a respetar nuestra Huelga General. Por su seguridad sigan nuestras instrucciones y todo saldrá bien. Podrán usar los baños y beber agua siempre que pidan permiso y vayan escoltados al interior de la estación. El resto del tiempo deberán permanecer en el andén. Tenemos órdenes de disparar a cualquier persona que no se adapte a las reglas establecidas. Por último: pernoctarán aquí en el andén, sólo permitiremos dormir en el interior de la estación a los niños y mujeres embarazadas. Mañana esperamos los suministros de comida. "Plutôt mourir que faillir!!!!".


Por primera vez en mi vida las piernas empezaron a dejar de responderme. No dudé entonces en echarme sobre el frío suelo de cemento y acurrucar mi cabeza sobre el bolso. Me sentí derrotada. Ni siquiera me salían las lágrimas. Una terrible anestesia en forma de sueño comenzaba a hacer mella en mí. Algunos intentaron  socorrerme pero rechacé toda ayuda. ¿Y si era eso lo que necesitaba? ¿ Y si ya daba igual todo? Por primera vez no sentí empatía por nadie. No quise saber nada del universo y cerré mis ojos. Aquello era el infierno, una especie de secuestro colectivo pero, sin embargo, esa sensación de que alguien me controlaba y velaba mis movimientos me reportó un extraño efecto de seguridad. Y justo, a esa misma hora, en otros tiempos, se abría ante mí la ventana en la que entrabas en mi vida.


Diario de anillas negras. Bolígrafo Pilot frixion ball.
Extracto del mensaje de 1 de enero de 2011.

-(...)
-Aún está el cielo iluminado, es muy hermoso, en cuanto terminó de sonar el reloj, me he asomado a la ventana y he estado contemplando por unos minutos los fuegos artificiales.

-¿Dónde vives Pellegrino? Aquí también hay fuegos y petardos. La gente sale a la calle a celebrar el Fin de Año. Se oyen muy cerca, deben de estar tirándolos aquí abajo en la calle.

-¿Y qué más da dónde yo viva Elena? Vivimos en el mismo mundo, en el mismo día, a la misma hora, lo importante es que hemos tenido la suerte de ser coetáneos y de que nuestras vidas se cruzaran.

-Cierto, y me siento afortunada por ello.

-Los fuegos artificiales simbolizan el techo de colores felices que el hombre busca a través de su destino, ¿cuál crees que será el nuestro Elena?

-¿A cuál te refieres? ¿Al que nos espera a todo el mundo o sólo a ti y a mí? ¿Quién lo puede saber?

-¿Sigues oyendo los fuegos?

-Sí, y.. ¡estoy empezando a sentir miedo!, no te lo vas a creer, pero los están echando tan cerca que parecen que van a alcanzarme de algún modo.

-¡Pues ten cuidado Elena! Ponte a salvo, no quiero que nada te ocurra pequeña.

Folio sucio encontrado en la Estación de Perpignan. Bolígrafo negro prestado.

Mis ojos se abrieron al instante.
Era un día soleado en la Estación. El silencio era sepulcral, tragué saliva y sentí una descarga de sabor fuerte a hierro y a pólvora. Algo horrible empezó a sacudirse dentro mí, pero, aunque mis sentidos se habían percatado de todo, mi mente aún no entendía nada.
Todo el mundo dormía a mi alrededor, pero mi corazón latía demasiado fuerte, me levanté y empecé a sortear a los viajeros tumbados hasta que mis zapatos se inundaron de interminables charcos de sangre.  ¡¡Estaban todos muertos!!

Un imprudente grito de dolor brotó de mi alma, y, aunque mi garganta y mi boca estaban a punto de estallar, éste se ahogó instantes antes de salir al aire. Sentía un pellizco tan doloroso en mi pecho que creí que iba a desfallecer. En medio del espectáculo más amargo y desolador que podía imaginar, me hallaba yo, desorientada, muerta de miedo y temblando ...Lo único que podía pensar en aquel instante es que....Soñar contigo me había salvado la vida.  

3 comentarios:

Espartana dijo...

Que buena historia!!!! Engancha desde el primer momento!!!

Fernando dijo...

Impresionado. Me encanta. Un beso Tatun. Espero la siguiente "entrega".

Cybernapya dijo...

Si alguna vez decides novelar, será todo un placer y un honor poder ocuparme del grafismo de tan magnífica obra.