CONTINUACIÓN DEL CAPÍTULO I por Tatun Varo.
Diario de anillas
negras. Bolígrafo Pilot frixion ball.
Extracto del mensaje de
30 de noviembre de 2010
-(...)
-¿Cuál es tu verdadera identidad? ¿Pellegrino
verdad?
-¿Importa
eso ahora mucho Elena?
-No, supongo que no, pero, ¿sabes? Lo necesito..¡Has
cambiado toda mi vida, hemos compartido mucho!...Me lo debes, algún día
nosotros....
-Ya,
bueno, fue algo imprevisto. Céntrate y valora la información que te estoy
dando.
-Sí. ¿Y cómo sabes si yo puedo hacer algo
respecto a esto?
-¿Puedes
evitar lo inevitable?
-No, claro que no. No lo sé... ¿Porqué
mezclaste la poesía con esto? Eso me ha complicado bastante ¿Tenía algo que
ver?
-¿De
qué crees que está hecha la vida Elena? ¿Piensas que sólo de datos y sucesos
puros? Tenemos alma..
- No sigas por favor. ¿Cuándo se supone
que estallará todo lo que me estás contando?.
-Es
imposible saber la fecha exacta, los movimientos son imprevisibles, manejamos
tiempos aproximados, probablemente en mi país antes de Navidad..
- ¡Entonces! ¿Ya?
-No,
del año que viene.
-Nos queda tiempo.
-No,
pequeña, desgraciadamente apenas hay tiempo, ojalá nos hubiéramos conocido antes,
pero es demasiado tarde.
-Sólo tengo ganas de decirte...
-No, no digas nada. Es tarde, descansa pequeña. Buona notte. Ich werde dich vermissen.
- :(
Nota 4: Faltan hojas que
fueron arrancadas del cuaderno de anillas negras de Elena. Llama la atención
que estas supuestas conversaciones por internet fueran manuscritas por ella
misma y que, para mayor comodidad, no las imprimiera directamente. La policía
informática rastrea aún el disco duro de Elena en busca de pistas sobre este
asunto.
Servilleta de la cafetería de la estación.
Bolígrafo negro prestado.
El vaivén suave del tren causaba en mí el efecto de una cuna protectora, una
sensación cercana a la del vientre materno, consuelo insólito en aquellos
instantes. Desorientada yo, vagaba sin cesar por los pasillos de aquel Tren-hotel
¿ cuánta tristeza cabe en el alma? el presagio de que no compartías mi huida se
llamaba insomnio.
Eran las nueve y media de la noche, un frío mudo y umbrío penetró violentamente por las puertas automáticas del tren antes de que éstas se cerraran de golpe. El cartel de la Estación de Figueres desapareció ante mis ojos..Próxima parada: Francia, pensé, y un ligero alivio acarició mi garganta.
CAPÍTULO II
Servilleta de la cafetería de la estación.
Bolígrafo negro prestado.
Apenas había pasado poco más de una hora cuando el tren paró bruscamente. El
silencio sólo duró unos instantes. En la lejanía se oían los ladridos de perros
desbocados y altavoces confundidos vociferando en francés.
Una voz femenina, que parecía estar dando órdenes, completaba la orquesta
de clamores. En el interior del tren todo
el mundo había salido de las cabinas y copaba las ventanillas de los pasillos: a
pocos metros de nosotros, parecía dibujarse el contorno de la Gare TGV de Perpignan, pero ésta estaba casi
sin luz. Los megáfonos de la estación parecían haberse vuelto locos y repetían insistentemente
la misma frase. La oscilación de varios fuegos inundaban las vías. Un grupo de
hombres, vestidos de azul y ataviados con linternas, se dirigían a paso rápido
hacia nosotros.. Fue entonces cuando el caos se apoderó del interior: sentí cómo el verdugo del miedo y la prisa se
extendía sin pausa entre los viajeros. Todos
intentaban recoger lo más rápido sus maletas. En las cabinas, familias enteras arrojaban
los pijamas al suelo mientras se vestían apresuradamente. Las desbordadas azafatas
corrían despavoridas por los pasillos y aun así, me dejaban el suave olor de
sus perfumes. Fue entonces cuando me di
cuenta de que mi único equipaje era el bolso de "ella". Aquella mujer que me dijo "Niña, llora
ahora". Mi destino caótico se había mezclado para siempre con el suyo. Descanse
en paz.
Efectivamente, los "hombres de azul" dejaron claro que nadie debía
permanecer en el tren. Portaban máscaras grotescas que emulaban una
extravagante mueca de tristeza y llanto. Era la antítesis total de aquel
antifaz que apareció en la mítica película de "V" de Vendetta.
Y en aquel instante reparé que el primer aviso de Pellegrino estaba a punto
de cumplirse.
Apenas había luz, improvisadas trincheras desviaban nuestro paso mientras atravesábamos
las vías con mucha dificultad, de vez en cuando tropezábamos irremediablemente.
Los niños lloraban con el lamento sordo de haber sido despertados en la mitad
de su sueño. Y todo el mundo comentaba
lo sucedido con teorías contradictorias. Los "hombres de azul", que nos
hacían señales con la linterna, increpaban nuestra torpeza con bramidos: "Allez,
allez!!!!!!!!". Algunos viajeros
se encararon con ellos y fue cuando sentí un pinchazo fuerte en mi interior. Uno
de los enmascarados sacó una pistola y apuntó al grupo. Nos amenazaron.
Nos concentraron en un andén inhóspito junto a cientos de pasajeros procedentes
de otros trenes. Alguien había logrado por fin desconectar los repetitivos
megáfonos. Abrumados y fatigados, observamos en silencio cómo una mujer menuda, con
máscara e uniforme azul, iba subida a
hombros de uno de los amenazadores. Fue entonces cuando se nos aproximó, y,
señalándonos enérgicamente, clamó en castellano:
"Están en territorio francés bajo alerta máxima. Quedan obligados a respetar
nuestra Huelga General. Por su seguridad sigan nuestras instrucciones y todo
saldrá bien. Podrán usar los baños y beber agua siempre que pidan permiso y
vayan escoltados al interior de la estación. El resto del tiempo deberán
permanecer en el andén. Tenemos órdenes de disparar a cualquier persona que no
se adapte a las reglas establecidas. Por último: pernoctarán aquí en el andén,
sólo permitiremos dormir en el interior de la estación a los niños y mujeres
embarazadas. Mañana esperamos los suministros de comida. "Plutôt mourir
que faillir!!!!".
Por primera vez en mi vida las piernas empezaron a dejar de responderme. No
dudé entonces en echarme sobre el frío suelo de cemento y acurrucar mi cabeza
sobre el bolso. Me sentí derrotada. Ni siquiera me salían las lágrimas. Una
terrible anestesia en forma de sueño comenzaba a hacer mella en mí. Algunos intentaron socorrerme pero rechacé toda ayuda. ¿Y si era
eso lo que necesitaba? ¿ Y si ya daba igual todo? Por primera vez no sentí
empatía por nadie. No quise saber nada del universo y cerré mis ojos. Aquello
era el infierno, una especie de secuestro colectivo pero, sin embargo, esa
sensación de que alguien me controlaba y velaba mis movimientos me reportó un
extraño efecto de seguridad. Y justo, a esa misma hora, en otros tiempos, se
abría ante mí la ventana en la que entrabas en mi vida.
Diario de anillas
negras. Bolígrafo Pilot frixion ball.
Extracto del mensaje de 1
de enero de 2011.
-(...)
-Aún está el cielo iluminado, es muy hermoso, en cuanto terminó de sonar el
reloj, me he asomado a la ventana y he estado contemplando por unos minutos los fuegos
artificiales.
-¿Dónde vives Pellegrino? Aquí también hay
fuegos y petardos. La gente sale a la calle a celebrar el Fin de Año. Se oyen
muy cerca, deben de estar tirándolos aquí abajo en la calle.
-¿Y qué más da dónde yo viva Elena? Vivimos en el mismo mundo, en el mismo día, a
la misma hora, lo importante es que hemos tenido la suerte de ser coetáneos y
de que nuestras vidas se cruzaran.
-Cierto, y me siento afortunada por ello.
-Los fuegos artificiales simbolizan el techo de colores felices que el
hombre busca a través de su destino, ¿cuál crees que será el nuestro Elena?
-¿A cuál te refieres? ¿Al que nos espera a todo el mundo o sólo a ti y a mí?
¿Quién lo puede saber?
-¿Sigues oyendo los fuegos?
-Sí, y.. ¡estoy empezando a sentir miedo!,
no te lo vas a creer, pero los están echando tan cerca que parecen que van a
alcanzarme de algún modo.
-¡Pues ten cuidado Elena! Ponte a salvo, no quiero que nada te ocurra
pequeña.
Folio sucio encontrado en la Estación de Perpignan. Bolígrafo negro prestado.
Mis ojos se abrieron al instante.
Era un día soleado en la Estación. El silencio era sepulcral, tragué saliva
y sentí una descarga de sabor fuerte a hierro y a pólvora. Algo horrible
empezó a sacudirse dentro mí, pero, aunque mis sentidos se habían percatado de todo, mi
mente aún no entendía nada.
Todo el mundo dormía a mi alrededor, pero mi corazón latía demasiado
fuerte, me levanté y empecé a sortear a los viajeros tumbados hasta que mis
zapatos se inundaron de interminables charcos de sangre. ¡¡Estaban todos muertos!!
Un imprudente grito de dolor brotó de mi alma, y, aunque mi garganta y mi
boca estaban a punto de estallar, éste se ahogó instantes antes de salir al
aire. Sentía un pellizco tan doloroso en mi pecho que creí que iba a
desfallecer. En medio del espectáculo más amargo y desolador que podía imaginar,
me hallaba yo, desorientada, muerta de miedo y temblando ...Lo único que podía pensar
en aquel instante es que....Soñar contigo me había salvado la vida.
3 comentarios:
Que buena historia!!!! Engancha desde el primer momento!!!
Impresionado. Me encanta. Un beso Tatun. Espero la siguiente "entrega".
Si alguna vez decides novelar, será todo un placer y un honor poder ocuparme del grafismo de tan magnífica obra.
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